¿Dónde está el capitán?

Este Real Murcia 2009-2010 salió al mar a navegar con un rumbo fijo. Nadie coge el timón con decisión, nadie tiene firmeza para tomarlo y acallar la marejada de comentarios de la numerosa tripulación. Los mandameses del barco querían que una parte de sus marineros se fueran y traer a otros para la nueva aventura. Si los descartados no se bajan de la embarcación será imposible que vengan los ilusionados tripulantes que esperan un hueco que no se produce.

Los descartados reman de aquella manera (cuando les dejan), el barco está próximo a entrar en alta mar y yo como pasajero tengo miedo, no me siento seguro aunque sepa que jamás me bajaré de este barco grana que cumplirá el 28 de febrero nada menos que 90 años. No sé si los casi seis mil que sacaron el billete se sentirán como yo, pero tengo información privilegiada porque soy el encargado del diario de bitácora y todas las situaciones que apunto en él invitan a pensar cosas malas ¿Llegaremos a Puerto Primera? ¿Nos tendremos que conformar con Puerto Permanencia? Quizá no sea el más viejo en esto pero son ya 13 años y 13 largos viajes de todo tipo.

¿Dónde está el capitán? El de los dineros dicen que está en un barco lejano marcando las directrices. De vez en cuando viene. Dicen que delegó en otros y que hay capitán pero la realidad es que nadie coge el timón y esto es una locura. Los marineros a los que quieren relevar dicen que se les trata como una mierda, los elegidos los defienden y el barco (el que les da su sueldo) parece que les importa un pimiento (nunca mejor dicho). Encima hay elegidos que piensan que en la 2010-2011 lo mismo les pasa lo mismo que a los siete marginados. La fuerza del río parece que se ha quedado en un simple lago estancado, yo pensaba que el río era un río pero de momento es un riachuelo.

El pobre jefe de los marineros se ve superado por tanta desobediencia, por la desunión que transmiten sus remeros a los pasajeros, que sea real o no da igual porque a los camarotes llega inseguridad e incertidumbre. Así va a ser muy difícil que en los puertos cercanos los pasajeros que piensen en subir al barco sean nos 10.000 o 12.000.

Seré el primero en avisar cuando se vayan los marginados, el primero en anunciar que hay capitán, el primero en proclamar que al jefe los marineros le hacen caso y creen en él cuando mira a las estrellas titilantes en la noche fijando el rumbo a Puerto Primera, gozaré cuando los pasajeros suban y sean más, pero de momento el papel me pide que le diga mi verdad y no es otra que la que habéis leído. La mar es muy traicionera e impredecible, sin embargo rezaremos todos para que el viento nos venga a favor. Esperemos que pase la tempestad y oteemos el horizonte con más esperanza.